sábado, 4 de septiembre de 2010

ES LA FIBROMIALGIA, ESTUPIDO

SEGUNDA QUINCENA DE AGOSTO, 2010: Tras mes y medio de una vitalidad galopante, arropado por la ternura de mis hijos que volvieron durante 45 días de su destierro forzado (se los llevaron a vivir a 300 kms, puro hecho consumado legalizado por un tribunal de supuesta afiliación progresista que apoyó su decisión con los más rancios prejuicios del nacionalcatolicismo subyacente en las conciencias tras 40 años de fascismo)... todo se desploma poco a poco, tras entregarlos a su custodio, hasta que la verdad llega de golpe. Intensa fatiga extrema, dolor de músculos, huesos, espalda, abdomen, niebla matinal... igual es sólo una crisis de agotamiento, pienso hasta que finalmente el día 24 todo estalla como siempre, al mismo tiempo, aunque duermo bien, más de 6 horas, por vez primera durante meses. Se me acabaron las pilas una vez más y ahora el recuerdo de los días en los que salia por el monte durante horas con mi flamante bicicleta de mountain bike Conor WRC, subiendo y bajando pendientes y barrancos es sólo una ilusión en la memoria, hasta dudo que haya sido verdad. Bajo al garaje, miro la bicicleta, 4 días de uso en cuatro meses. También miro la piscina, donde me hacía hasta pocas fechas 800 metros. No pueden ser verdad tantas verdades. Ahora cada vez que me despierto por la mañana sé que tendré que subir al Himalaya antes que llegue de nuevo la hora de dormir. Dormir y descansar no son términos sinónimos en la cárcel maldita de esta enfermedad. Luego algunos días de tregua, tratando de alimentarme de vida social, emocional y de pareja y todo parece superado de nuevo, pero sé que es un espejismo raro y torpe, como el vino barato. A principios de septiembre siento síntomas de tener un resfriado, la mente es así, prefiere etiquetar lo desconocido con registros usuales y achaco el malestar fisico al resfriado. El sábado 4 de septiembre una vez más, compruebo que el enemigo vive dentro, tras un desplome físico causado en minutos, en una crisis paroxística de agotamiento extremo: ES LA FIBROMIALGIA, ESTUPIDO, me digo, que está aquí de nuevo acechándome como una hiena para cebarse con mis despojos.


Soy un soldado y mi guerra es la vida cotidiana. No sé si mañana me levantaré bien, mal o peor. Los días en épocas de crisis se reducen a días malos y días peores. Pero la vida sigue, y este cuerpo habrá de rendir cuentas ante la injusticia de viajar 24.000 kms al año para ver a mis hijos. Siempre es igual, cada vez que creo haber vencido al monstruo, pese a las evidencias científicas de ser imposible, un nuevo golpe bajo me devuelve a la realidad. Y combato cuerpo a cuerpo, sin Duloxetina, sin más fármacos que dos pastillas de Tranxilium 5 mgs cada día y algunos gramos de Paracetamol. Ni quiero ni puedo entrar en el juego tóxico de antidepresivos para aprovechar su utilidad de inhibición del dolor. Mientras pueda, aguantaré a pecho descubierto, estrenando mis cuarenta y pocos, como me dijo el hermano J, aunque por otros motivos a puerta gayola. Esa es mi apuesta y...a veces gano, muchas veces, pierdo. El dolor emocional y físico crónico produce tristeza. Esa es mi próxima batalla, aunque me siento rodeado: la propia tensión por mantener el tipo y no dejar de hacer nada imprescindible que deba hacer agudiza mis males de fondo. Este cuerpo tiene una vida autónoma no sujeta a ningún parametro racional. Es así de aleatorio. Sólo quiero que no me perturbe el ánimo, que este fango no acabe por ahogar a los que me rodean y aún me quieren, y volver a sentirme libre cruzando los pinares y el monte durante horas... a veces, en días como hoy, pido mucho menos: tener fuerzas para subir la escalera que me lleva a mi cama, que muchas veces, es parte de este tormento inacabado.


El viento siempre cambia, digo. A veces para bien, a veces se convierte en un huracán que manda tu patera al fondo del mar. ES LA FIBROMIALGIA, ESTUPIDO, es decir una maldición. Bienvenidos a este blog. Soy un francotirador, voy por libre, no escribo en foros colectivos, no participo en asociaciones de afectados, no alimento el victimismo. La mejor terapia es no ser nada autocompasivo con uno mismo. Dicen que la fibromialgia como la ansiedad, no mata. Pero puede que acorte la vida. Círculo perverso, ansiedad y fibro, agorafobia y vértigo, dolor y tremendo esfuerzo de autogestión mental. Ya lo dije, a veces gano, muchas veces pierdo.


Mi nombre es MK42. Es todo lo que necesitais saber de mi. Me veis en vuestras calles, en vuestros bares, en vuestras fiestas, y en el lugar de trabajo, pero no sabeis nada de mi. Aguanto bien el tipo, aunque luego me tambalee para llegar hasta mi coche y hasta esta casa frente a las marismas en algún lugar del Sur. Si alguna vez quedais conmigo y no voy, disculpad que no acuda: os pondré alguna excusa y no sabreis que libro una guerra contra un enemigo interior despiadado y aleatorio que me tiene cogido por los huevos. Feliz madrugada quienes quiera que seais y donde quiera que esteis.


PD a 08.01.2011. Varios meses más tarde de escribir esta entrada añado esta posdata para dar por terminado el blog. Ha sido una experiencia efímera, pero escribir más entradas sería reiterativo y supérfluo, además de un ejercicio insoportable de autocompasión. Añadid varios cortocircuitos o pérdidas de conocimiento por milésimas de segundos, acompañadas de disparos de ansiedad y todo su cortejo vegetativo y dolores de abdomen, cabeza perdida en alteraciones bioquímicas...  y no hay más, o hay todo lo que podáis imaginar: o acaso no podéis hacerlo porque no tenéis la experiencia de tener que usar los dos brazos para sostener un móvil de 150 grs o de apoyaros en la encimera para cocinar o de tener que descansar para subir una escalera de 8 peldaños, pero es lo que hay. Añadid la búsqueda de soluciones alternativas, el deporte, la natación, los masajes zen, la terapia sacro-craneal, el yoga, las terapias de agua y lo que se os ocurra, porque la derrota siempre llega y llega de la misma manera, como un verdugo encapuchado que se apodera del sistema nervioso y fagocita músculos, huesos, ánimo y altera los ciclos de sueño manejándolos como un niño maneja una cometa, golpeándome contra el cielo y contra el suelo. Añadid el trabajo inmenso de tomar un café en los días malos y de no ser insoportable en los días peores. Añadid algunos ataques de pánico o una intensa sensación de vértigo sólo por el hecho que un semáforo se ponga en rojo. Añadid una sobredosis de agorafobia unida a la dosis habitual de fibromialgia, y la terrible sensación de pérdida de libertad que comporta. Eso es todo. Es una putada, vivo con ello, me sobrevivo, aunque muchas veces me sea casi imposible disimular. Pero me ha tocado. Y arrastro mis cadenas. Ahora sabréis por qué no puedo evitar en los días menos malos tirarme con mi mountain bike por una cuesta o un barranco a casi 50 kilómetros por hora asumiendo el riesgo de que una rama me derribe: la vida, como la muerte, es pura cuestión de suerte, y esa es mi venganza. No me volváis a preguntar como carajos estoy, preguntadme cuanto tiempo hace que no me voy al monte. Agradecidos a los que habéis venido por akí, pero éste no el mejor sitio para quedarse. Habitaré otros blogs, al otro lado, claro.